jueves, 22 de mayo de 2008

ALERGIAS ALIMENTARIAS

Las alergias a los alimentos son cada vez más comunes. Existen cada día más personas y más productos capaces de desarrollar una reacción alérgica que, en algunos casos (pocos por suerte), puede conllevar incluso un compromiso serio de la vida. Este aumento va ligado al consumo de alimentos cada vez más desnaturalizados. Veamos qué podemos hacer para evitarlas y conozcamos un poco mejor su problemática y su mecanismo de acción.

La alergia alimentaria es una reacción inmunitaria adversa frente a la expocisión de un alimento. El rechazo suele darse frente a una sustancia proteica o, mejor dicho, frente a los péptidos que la componen. Las proteínas son como una especie de largas cadenas compuestas de eslabones de cientos, incluso miles, de aminoácidos: son los péptidos.

La alergia a los alimentos es muy frecuente en los bebés y los niños: se calcula que uno de cada doce la sufre en algún momento de su infancia. Con la edad las reacciones alérgicas disminuyen y en muchos casos desaparecen. Entre la población adulta solo una de cada cien personas se puede considerar verdaderamente alérgica.

La frecuencia de la alergia alimentaria aumenta cuando al bebé se le dan alimentos alergenizantes antes de tiempo o si se introducen cuando la mucosa está inflamada por haber pasado, por ejemplo, una diarrea o una gastroenteritis. La delicada mucosa digestiva del lactante reacciona con dificultad a los nuevos alimentos y si por culaquier causa se produce una inflamación la mucosa se lesiona, reaccionando posteriormente con un mecanismo alérgico de protección ante el alimento ofensivo.

Desde un punto de vista naturista la alergia es una expresión del cuerpo que indica que existe un esfuerzo, bastante inefectivo, por eliminar alguna sustancia nociva. Por eso el tratamiento básico de toda alergia irá encaminado a eliminar toxinas.





Reacciones de sensibilidad

Actualmente se está imponiendo el concepto de sensibilidad a los alimentos (hipersensibilidad alérgica) que trata de expresar toda una serie de reacciones que, sin llegar a ser una alergia pura (con síntomas espectaculares), sí representan una reacción inmunológica de defensa que se da cuando el alimento es poco alergénico.

Muchos médicos niegan la existencia de estas sensibilidades alimentarias, porque la mayoría de pruebas que se realizan (como los parches cutáneos) son negativas; mientras que muchos pacientes alivian sus síntomas de causa presumiblemente alérgica con dietas que eliminan los alimentos ofensivos.

Además de estas sensibilidades, existe lo que se denominan reacciones de idiosincrasia, que en gran parte siguen sin ser explicadas desde un punto de vista inmunológico. En estos casos se produce una reacción anormal ante un alimento, un aditivo o un medicamento, reacción que por otra parte no es constante. Por eso, ciertas personas presentan racciones que parecen alérgicas a ciertos alimentos que muy raramente la producen. Tenemos así "alergias" al chocolate, al tomate, a los cítricos, a la cafeína, a ciertos quesos, a los aditivos como el glutamato o los sulfitos... Se pueden abarcar prácticamente todos los alimentos en casos de personas de extrema sensibilidad. Algunas de estas reacciones de idiosincrasia están mediadas por una experiencia personal psicológicamente negativa ante un alimento, muchas veces enraizadas en que en la infancia se forzó a comer ciertas cosas a pesar de que el niño no lo deseaba.


Creación de una nueva alergia

Decíamos antes que la alergia es una respuesta exagerada del organismo ante un alérgeno de composición usualmente proteica, aparentemente inofensivo para otras personas. Es probable que el aumento de alergias se deba a que al ingerir estas proteínas junto con sustancias contaminantes se produzca una reacción cruzada.

Algunos consideran que es imposible producir una alergia sistémica debida a las proteínas de la alimentación porque durante el proceso de digestión éstas se desdoblan en aminoácidos, que son los que traspasan la barrera digestiva y entran en la sangre, para que luego, rehaciendo el rompecabezas, se formen las proteínas humanas con la secuencia propia de cada especie. Esto generalmente es así, pero también se absorven péptidos de bajo o medio peso molecular (trocitos de cadena proteica), los cuales podrían conllevar una secuencia de aminoácidos incorrecta y de carácter alergenizante. La presencia conjunta de elementos contaminantes (de carácter no proteico y por eso teóricamente no sensibilizantes del sistema inmunitario) debido a la industrialización de los alimentos también podría establecer una alergia común a ambas sustancias en una especie de reflejo condicionado.


Síntomas

Las reacciones alérgicas varían en cada persona, según su sensibilidad y el alimento. A continuación exponemos una relación global de los síntomas más comunes; la mayoría de las veces se dan conjuntamente:
  • Diarrea: es el más frecuente de los síntomas gastrointestinales. Se presenta especialmente en los niños de corta edad. En muchas ocasiones se ve favorecida por un proceso previo de inflamción de la mucosa debido a la ingestión de alimentos excesivamente fuertes para la mucosa delicada y sensible. La diarrea se hace acompañar de nauseas y vómitos.
  • Erupciones de la piel: urticaria, denominada así por la similitud que presenta con las erupciones provocadas por la ortiga (Urtica spp). Produce picor y enrojecimiento, y en ocasiones surgen vesículas con líquido en su interior. En otros casos se presenta en forma de eccema, que también es usualmente rojo y provoca prurito, pero a diferencia de la urticaria suele ser más generalizado y difuso, en ocasiones incluso con formación de pequeñas escamas. El edema angioneurótico es una forma grave de alergia de la piel que suele presentarse con otros signos, como asma grave, que complican el cuadro alérgico.
  • Crisis asmáticas: Las reacciones bronquiales son relativamente frecuentes como fenómeno de respuesta alérgica. Para explicarlo de una manera sencilla, el proceso asmático, o de espasmo bronquial o laríngeo, sería una especie de eccema o erupción localizado en las vías respiratorias, que provoca una disminución del calibre de los bronquios o de la laringe y dificulta el paso del aire, provocando, los conocidos "pitos" al respirar, especialmente al espirar. Las crisis asmáticas graves pueden comprometer la vida provocando un estado de asfixia.
  • Jaqueca y dolor de cabeza: el dolor de cabeza o la migraña son algunos de los síntomas más inespecíficos e iniciales de una posible alergia o sensibilidad alimentaria. Es bien conocido el denominado "sindrome del restaurante chino", producido por la presencia de glutamato en los alimentos, pero también es un síntoma frecuente de reactividad frente a otros aditivos alimentarios, como por ejemplo los sulfitos. La jaqueca y el dolor de cabeza serían la expresión de una alergia localizada en los tejidos del cerebro. Los principales alimentos productores de migraña en personas sensitivas son los quesos curados, los embutidos, los cítricos, el cacao y el chocolate, los frutos secos, los higos secos, el café, el té y las bebidas de cola, así como las bebidas alcohólicas.

Muchos productos de

bollería y pastelería

se confeccionan con

huevos de dudosa

frescura

  • Hiperactividad: se entiende por hiperactividad a los niños "Zipizape", que nunca se están quietos, que tienen una inquietud muy marcada y que presentan dificultades de concentración en los estudios. Se ha relacionado con un proceso de especial sensibilidad, especialmente al azúcar y a las harinas refinadas.
  • Hipotensión: (bajada de la tensión arterial) es un síntoma alarmante aunque no necesariamente importante. Si la tensión baja demasiado se puede producir un desmayo, que es el primer síntoma de su disminución excesiva.


Alimentos implicados

La alergia a la leche de vaca es quizá una de las más conocidas, por su alta incidencia entre la población infantil (alimentada primordialmente con leche). Además es una alergia que esta creciendo en proporciones alarmantes. Se produce usualmente como rechazo a ciertas proteínas, por ejemplo, las lactoglobulinas y la caseína.

La intolerancia a la lactosa (un azúcar), se debe a la deficiencia de una enzima que la desdobla en monosacáridos, como la glucosa. Sin embargo, las reacciones a la lactosa son más un fenómeno de intolerancia que de alergia propiamente dicha.
Según un punto de vista naturista, el aumento de la intolerancia a los componentes de la leche se debe a varias causas, todas producto de una alimentación errónea y excesivamente industrializada. En primer lugar, la disminución de la lactancia materna ha contribuido a que los bebés, aunque estén alimentados primordialmente con leche de la madre, se les introduzca muy precozmente la leche de vaca (modificada para hacerla más parecida a la leche humana), pudiendo ocasionar reacciones adversas frente a alergénos que provocan una respuesta alérgica inmunitaria. En segundo lugar, las fórmulas de leches infantiles son en polvo, con lo que el concepto de frescura del alimento se abandona en favor de una composición químicamente más correcta del alimento. En tercer lugar, tenemos que la calidad originaria de la leche cada vez es peor, porque ya no quedan casi vacas que consuman hierba verde y fresca y que no hayan sido medicamentadas con cierta regularidad. Tanto los alimentos como los medicamentos que han tomado las vacas pasan en su mayoría a la leche, y si éstos tienen una pobre calidad, la leche también la tendrá. Quizá nosotros no sepamos observar la diferencia, pero usualmente sí la observa la delicada mucosa digestiva del lactante (o en general de la persona). Aparte de eso, muchos productos contienen entre sus ingredientes leche o derivados de leche -en algunos casos de muy baja calidad biológica-: los medicamentos que contienen lactosa, muchos bollitos de pastelería, comidas preparadas, caramelos, dulces en general y una larga lista de alimentos que no citaremos por no alargar, y porque a veces es imposible averiguar.
  • Algunas personas son tan alérgicas a las proteínas del huevo que incluso tienen reacciones ante las vacunas purificadas, cultivadas en huevos de gallina. Con el tema de los huevos pasa algo parecido a lo que pasa con la leche de vaca. Existen tantos alimentos industrializados realizados a base de huevos, en los que las proteínas de este alimento presentan una calidad biológica tan deficiente, que cada vez es más fácil encontrarse con alergias. Podríamos decir que innumerables productos de bollería y pastelería destinados a los niños están confeccionados con huevos de dudosa frescura (con frecuencia incluso con la cáscara rota) y más dudoso pedigrí de la gallina que lo puso, la cual suele criarse en una caja de granja con un pienso estandarizado. Por eso la recomendación básica es consumir alimentos de alta calidad biológica, especialmente los alimentos de gran consumo como la leche, los huevos, el agua o los cereales.
  • La principal proteína del trigo es el gluten, ingrediente básico para la panificación. Es la sustancia que con mayor facilidad produce reacciones alérgicas. La alergia al trigo y a otros cereales con gluten (especialmente el centeno) es también frecuente en los niños de corta edad, sobre todo cuando se les introduce por primera vez este cereal en las papillas, provocando diarreas o erupciones en la piel. En este caso se recomienda pasar a otros cereales sin gluten, como el arroz o la avena. No es conveniente incluir el maíz porque aunque no contiene gluten, también se han descrito alergias a este cereal.

  • A diferencia de los alimentos citados anteriormente, la alergia al marisco y al pescado azul es más frecuente entre los adultos, debido esencialmente a que los percebes o las ostras no suelen entrar dentro de una dieta infantil lógica. Con frecuencia, las reacciones alérgicas frente a estos productos del mar suelen ser muy espectaculares y de aparición relativamente rápida. En este caso se produce una liberación de histamina exógena aportada por el marisco o pescado azul que el sistema inmunitario no secreta.

La alergia al trigo

y otros cereales

con gluten es

frecuente en niños

de corta edad

Si el marisco no es excesivamente fresco estas reacciones se producen con mayor frecuencia. Las personas alérgicas al pescado azul o la marisco lo pueden ser también al pescado blanco.

  • La reactividad a los productos derivados del cerdo puede tener origen tanto en la forma de crianza del animal como en el proceso de fabricación de los embutidos y otras preparaciones similares. Al tratarse de un alimento fácilmente contaminable, se le añaden sales nitrificantes para prevenir el crecimiento bacteriano. Muchos embutidos tienen sales colorantes que hacen que la carne no adquiera un color desagradable. Es pues fácil encontrar niveles importantes de ciertos alérgenos o aditivos en gran cantidad de productos derivados del cerdo.
  • El consumo de sucrosa (azúcar) induce a la hiperactividad en algunos niños al elevar en forma de picos los níveles de glucosa en el plasma sanguíneo. El mecanismo por el que el azúcar produce este estímulo de la actividad cerebral aún no es muy conocido, pero podría estar relacionado con el descenso posterior de la glucosa del plasma, que provocaría una hipoglucemia. Cuando se consume un alimento rico en azúcar y otros carbohidratos refinados, el sistema cerebral se estimula y produce más de una sustancia neurotransmisora denominada serotonina, que modula y permite la transmisión del impulso nervioso. La serotonina es un neurotransmisor relacionado con la actividad motora del organismo, es decir, con el movimiento.
  • Los sulfitos son unos aditivos, conservantes de ciertos alimentos, que se han elaborado con una escasa calidad biológica. En el caso del vino, se añaden como aditivos azufrados en el proceso de fermentación. Cuando se absorven con alimento ácido, como en ciertos refrescos como la limonada o gaseosa, ejercen un efecto alérgico mayor; se han observado especialmente reacciones asmáticas ante su exposición. Las concentraciones más altas de sulfitos se han encontrado en las frutas secas, en algunas ensaladas preparadas y en el zumo de limón (0,5-1,2 mg por litro). En menor cantidad (0.04-0,16 mg/litro) se halla en el vino y el vinagre, y en las gambas, cantidades algo menores (0,005-0,03 mg/l) en los encurtidos y vinagretas, gelatinas, confituras y el azúcar de remolacha.
Los sulfitos se unen molecularmente a los azúcares, proteínas y vitaminas de los alimentos. La reacción alérgica es mayor cuando se expone a sulfitos libres que a los sulfitos unidos molecularmente a otras sustancias nutritivas. Los vinos, la cerveza o ciertas ensaladas tienen mayor cantidad de sulfitos libres.
La lista, por supuesto, no acaba aquí, ya que las sensibilidades y alergias alimentarias incluyen una relación extensa de alimentos, por ejemplo los cacahuates, las fresas, el maíz, el vello de la piel de melocotón, los tómates... Por qué ciertas personas padecen alergias a causa de ciertos alimentos poco alergénicos para el resto de individuos sigue siendo un misterio, pero también una realidad acuciante para quien sufre el problema.

La reacción
alérgica que
provoca el
marisco suele
ser espectacular


Tratamiento

Para toda persona alérgica a una sustancia, el mejor tratamiento es, sin duda, el preventivo, esto es evitar el consumo de estos alimentos o aditivos. En algunos casos puede estar indicado realizar un tratamiento a base de corticoides y antihistáminicos (medicación alopática) para controlar un proceso agudo que puede poner en peligro la estabilidad de la salud; pero en general se evitará la medicación, ya que las alergias alimentarias, en su mayoría, no pasan de ser reacciones banales y sin una gran importancia clínica, más que la que nos indica el cuerpo de que se encuentra en un estado de sobrecarga toxémica y que debe depurarse de alguna manera.

Están de moda las denominadas dietas de rotación, que son algo tediosas de realizar, pero dan indicaciones sobre la reactividad alérgica de una persona. En esta dietas, que no explicaremos aquí por falta de espacio, se raliza una eliminación de los alimentos más alergenizantes, los cuales se van reintroduciendo cada quince días. Cuando se produce una reacción adversa hemos hallado, en principio, el alimento causante de la alergia. Estas dietas tienen un alto interés de diagnóstico del problema y un interés algo menor como tratamiento ya que prescindir de ciertos alimentos no es tan fácil por la cantidad de que disponemos en los supermercados.

Ciertos tratamientos a base de plantas, como por ejemplo el grosellero negro (Ribes nigrum), el abedul (Betula alba), o el azafrán (Crocus sativus) pueden tener un efecto estimulador sobre la secreción de cortisona interna por parte del cuerpo, mientras que algunos oligoelementos también tienen este mismo efecto terápeutico. Sin embargo, entenderemos la alergia alimentaria como un grito de alarma del cuerpo ante un alimento nocivo que debe evitarse, pero que también nos indica la necesidad de establecer una higiene de vida que permita realizar la eliminación de tóxicos que la alergia no ha podido realizar.

Josep Lluís Berdonces*

Tomado de CuerpoMente
* Investigador español con grandes aportes a favor de la medicina naturista, es decir, la medicina de la no violencia. El presente es un trabajo que publicó en la revista CuerpoMente. Nos honramos de publicarlo.

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