jueves, 22 de mayo de 2008

Hacia una cocina ecológicamente sana

Por José Rodríguez
Centro de Terapias Bionergéticas y Salud Natural.




Desde la cocina se gesta cada día nuestro estado para estar sanos o enfermos. Una cocina para cumplir su rol terapéutico tiene que apoyarse:

  1. En el estado psicoespiritual del que cocina.
  2. En la calidad de los alimentos, su origen y composición.
  3. En la calidad de los utensilios
  4. La actitud de recibimiento de los alimentos y la forma de compartir en la mesa.

Cocinar implica sacar lo mejor de nosotros, es una experiencia que vincula el estado de nuestro sentir. Hay quienes, como el doctor Padilla Corral, lo definen como una meditación.

Para cocinar hay que vestirse de un espíritu de alquimista, hay que encontrar un estado de gozo, en lugar de creer que lo bueno comienza en la mesa. La alegría se inicia en la cocina y tiene que continuar hasta la mesa.


Considerar la comida como combustible o simple materia es empobrecedor. La comida es con lo que nos encontramos en más íntimo contacto. Se convierte en sangre y en energía de todos los órganos, en fin que hasta llega a formar parte de nosotros.

Además, gracias a la mecánica cuántica, ya se sabe que lo que se conoce como espiritual no se puede separar de lo que se conoce como material.
Cuando nos abrimos a la fuerza superior del universo, fuerza que se encuentra en nuestro interior, permitimos de modo consciente que a través de nosotros circule la energía creativa.

Es decir, al unirnos con nuestra consciencia espiritual interna descubrimos que la fuerza creativa del Universo se encuentra dentro de nosotros y así podemos comprender y aceptar la capacidad de crear nuestra propia realidad y la responsabilidad que acompaña ese despertar.


Sabemos que el estado de alienación y confusión que reina en el presente nos impide ver y escuchar en la perspectiva de este mensaje. Si nos urge decir algo, es debido a que las instituciones que hasta ahora nos han programado para vivir como vivimos, se agotaron ya y están gravemente enfermas.

Hablamos de esta manera porque es inútil intentar nuevos y audaces caminos si uno sigue encerrado en el mismo laberinto. Es indispensable romper el modelo. Restaurar el poder sobre la salud, la enfermedad, el propio cuerpo y la mente, es poner en cuestión lo que nos enferma y empezar a cambiarlo.

Sugerimos:

- Revisar el orden, los olores, la higiene y los colores de la cocina y el sentimiento que nos acompaña cuando preparamos los alimentos. Cocinar es una buena manera de ofrendarse a ´nuestros seres queridos y a los demás.

- Liberarse de los calderos y del papel de aluminio (tan usado en nuestro país) porque este metal es una poderosa neurotóxina que modifica la barrera hematoencéfalica reguladora del intercambio de materiales entre la circulación periférica y el sistema nervioso central.

- Si no podemos obtener calderos de acero o cristal, entonces recuperemos nuestras viejas ollas de barro.

- Debemos enfatizar más en adquirir alimentos orgánicos que no sean tratados con agro-toxicos que son portadores de muchísimas enfermedades, entre ellas el cáncer.

- Comencemos a soltar la sal. Nuestra dieta contiene sodio en exceso, mucho más que potasio y debería ser al revés.

- Los dominicanos no somos muy dados a variar la comida, pero comer variado es la mejor manera de que no nos falten nutrientes.

- Abusamos de los alimentos cocidos y fritos (el aceite caliente desata radicales libres que son agentes cancerígenos). Si se va a utilizar, lo ideal es usar el aceite despúes de apagar el fuego y, preferiblemente, que sea prensado en frío. Por ejemplo, un buen aceite es el de oliva extra virgen.

- Es necesario ingerir más alimentos crudos y evitar los alimentos congelados, pues carecen de vitalidad. Son alimentos muertos al igual que los enlatados.

- Hay que estar atentos. Con el TLC han llegado a nuestros mercados más transgénicos y productos vencidos.

- No cambiemos un jugo natural por una gaseosa. Las bebidas carbonatadas le roban el calcio a los huesos.

- Consumamos más alimentos integrales y evitemos los productos refinados. Estos contienen muy poca cosa y producen estreñimiento.

- Desintoxiquemos el paladar, afinemos nuestra capacidad para diferenciar sabores, limitemos el salado y el dulce. Cambiemos el azúcar por la miel.


- Mastiquemos bien, así ahorramos esfuerzos innecesarios al sistema digestivo.

- No nos distraigamos en la mesa, que el encuentro sea de celebración. El proceso de asimilación y digestión de un alimento no es ajeno ante los estados de estrés, preocupación e irritación.

- Comamos sencillamente. No es sano que las rebanadas de pan estén llenas de mantequilla y salsas. Eso nos impide descubrir el sabor puro de cada alimento.

- No es conveniente comer con sed, pero tampoco es prudente comer y tomar a la vez, porque se diluyen los jugos gástricos.

- Tomar bebidas frías mientras se come es una costumbre malsana que viene por influencia de la publicidad.

- El agua debe tomarse una hora antes o una hora después de comer.

- La medicina tradicional china recomienda un té moderadamente caliente después de comer. Esto ayuda en el proceso digestivo pues fortalece el fuego del estomago.

- Las actividades alimentarias deben descender como desciende el día. Lo ideal es cenar con frutas, pues la noche es un tiempo especial, es otra estación. Recordemos que es cuando se da el proceso de desintoxicación del cuerpo, son los momentos en que las enfermedades se recrudecen. A esas horas el organismo lo que quiere es repararse, recuperar energía y desintoxicarse en sosiego. No debemos cenar pesado, es autoagresión.



- Finalmente, tenemos que hacer algo con la gula. Comer hasta llenarse es muy perjudicial. Aprendamos de la medicina tradicional china y de los antiguos médicos griegos y romanos, quienes coincidían en que de la mesa hay que levantarse con una ligera sensación de hambre. Hoy se confirma que comer con moderación facilita la digestión y prolonga la vida.

Cocinar es una oportunidad para ofrendarnos a nuestros seres queridos, pues el amor hacia los demás no es una declaración puntual, tiene que vivenciarse en todo lo que hacemos. Comer juntos es también oportunidad para nutrir nuestras relaciones, para conectarnos y entrar en intimidad.

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