Por José Rodríguez
Naturópata
Necesitamos decirles que esta publicación comienza a recogerse para despedirse de ustedes. Durante un año y tres meses, hemos estado empeñados en construir un medio para difundir y promover nuevas prácticas de vida que favorezcan el cambio que todos necesitamos. El esfuerzo no se compadece con los resultados. Esta propuesta está llamada a crecer, a florecer, no puede depender ya de la voluntad de una persona determinada.
En estos días de reflexión y meditación he sentido la necesidad de callar y hacer silencio lo más que pueda. Hacer esta publicación no es un acto intelectual para alimentar el ego. En los últimos números he sentido una pérdida de inspiración que me impide continuar. Por amor y respeto a mi mismo y a ustedes, no tengo más remedio que hablar como ahora lo hago, con el corazón en las manos. Si no estamos atentos nos convertimos en robots y eso es fatal para los que aspiramos a crecer y a transformar los estados ordinarios de conciencia para SER HUMANO.
El desafío es hacerse presente en su presente. Significa hacerse consciente de las cosas que se han vuelto automáticas. Aceptar que estamos llamados a cerrar la apertura a los estados inferiores que nos acompañan: la única salida es la entrega a lo elevado, fundirse con el universo, con las flores, el silencio, para salir de la cárcel de nuestro pequeño yo. Esa es la razón por la que un ser religioso no puede pertenecer a una estructura determinista y de poder, ya sea un partido, un país, una religión. Me doy cuenta que cuando comenzamos a despertar en esta perspéctiva sólo se puede pertenecer a la existencia; donde no hay fronteras.
Parece que por nuestras tendencias animales ya no tenemos futuro. Es inevitable reconocer en el ser religioso, el único medio de supervivencia. Pero esto implica enfrentar nuestros viejos hábitos. Nuestra mente es como una máquina, una computadora de la que no necesitamos ser conscientes. Este comienzo de despedida me obliga a decir muchas cosas: 1. Seguiré entregado a lo que siempre me he entregado. Esta es como la retirada de un samurai. Este período de repliegue es de purificación. 2. El Voluntariado Pro-Cordillera va. Me estoy preparando para vivir en ella. Estoy visualizando el traslado del centro de terapia allí mismo y sin cobro alguno. 3. Seguiré llamando para formar un espacio de convivencia comunitaria. Todo eso y mucho más es lo que necesitamos para sanarnos. 4. Otra cosa que he comprendido en estos días es que Jesús es un arquetipo decisivo para resucitar y alumbrar estas largas noches...
¿Qué significa la vida sin amor?
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