martes, 28 de octubre de 2008

CHAMANISMO: DESCONSTRUCCION Y SANACION

Por José Rodríguez
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La experiencia chamánica adentra al ser humano en su revolución espiritual. Eso significa un gran desafío porque puede encaminarnos hacia un proceso de desconstrucción psicosocial, generando una afirmación que no surge del ego, sino del autoconocimiento como acto de empoderamiento y encuentro de la condición multidimensional del ser humano, a cielo abierto, libre hasta de la propia libertad. A partir de aquí no buscamos en el exterior de nuestra conciencia ninguna guía, representación o aprobación de líderes religiosos o politicos.
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Poner en cuestionamiento creencias, valores y conceptos que reinan como verdades únicas en la conducción de nuestras vidas, no es fácil. La personalidad que hemos forjado a través de esa conformación social es la primera que comienza a hacernos internamente resistencia.
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La física cuántica nos aclara esto al explicarnos que cada electrón puede acceder a un número ilimitado de posibles nuevos estados energéticos, pero resulta muy poco probable que lo haga, ya que tiende a mantenerse dentro del estado en el cual realiza el mínimo esfuerzo. Del mismo modo, cada ser humano tiene ante sí numerosas posibilidades que puede elegir libremente, pero resulta muy improbable que consiga modificar los patrones de comportamiento heredados o aprendidos. Es mucho más cómodo continuar engañándonos y vivir mecánicamente, siguiendo el sentido de afiliación de los demás.
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Esta tendencia humana a actuar de formas predecibles hace que la gama de nuestras posibilidades factibles se reduzca y así, cualquier visión precognitiva que surja de un posible futuro, tienda a hacerse probable.
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En el enfoque de la teoría de la relatividad todos los acontecimientos futuros coexisten en un espacio-tiempo contínuo con los pasados y los presentes. A través de la interpretación estática del tiempo, la precognición sería la percepción de un suceso que está ocurriendo en el futuro.
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Para los modelos cuánticos es tan sólo una de las posibles percepciones futuras de quien la recibe. Los sucesos por llegar son completamente indeterminados hasta que se materializan. Ante cada situación habría numerosas posibilidades teóricas de elección.
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Frente a la abrumadora presencia de tantos desafíos y amenazas, se hace urgente llenarnos de actos que despierten nuestro ser interno, para que podamos sobreponernos a las circunstancias y cambiar el rumbo de los acontecimientos. Porque si no cambiamos el concepto del ser humano como una realidad tan parcial, tan material y económica, seguiremos sobreviviendo bajo el signo de la enfermedad y, obviamente, si seguimos así terminaremos por desaparecer como especie. La disminución de la capacidad reproductora, el aumento de las enfermedades autoinmunes, autoagresivas, congénitas y degenerativas, entre otras, marcan claramente los signos típicos de una especie enferma que va camino a la desaparición.
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Ahora mismo estamos frente a un gran rompecabezas. Es evidente que no queremos ver el desafío. Entonces, ¿qué hacer? Por un lado, como que no podemos retroceder, pero por el otro, no sabemos avanzar. Estamos intervenidos y estructurados por un sistema de información y de construcción del conocimiento que nos fragmenta a través de realidades particulares, nos divorcia de nuestra dimensión psicoespiritual y de la vida como un todo.
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Si observamos nuestro comportamiento encontraremos que todavía seguimos implicados en una serie de separaciones y grados de aislamiento entre el individuo y su medio ambiente.
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Es manifiesta la carencia de un sentido de unidad total con todo lo viviente, en el mismo instante en que usamos el poder de nuestra mente sólo para satisfacer los intereses parciales o acorde con nuestra limitada visión de la realidad.
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Con la victoria de la razón, racionalismo y teología occidental han coincidido en querer aislar lo humano de la matriz natural. Evolucionar, para los racionalistas a ultranza, consiste en separarse paulatinamente o por saltos, de la animalidad primigenia y de la naturaleza.
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Las tradiciones chamánicas sostienen que el cosmos ha surgido de una matriz virtual, inmaterial que contiene todas las posibilidades a desarrollar: las estrellas, las plantas y todos los seres. En el juego de los ciclos cósmicos la energía se contrae, se convierte en yin, en otro se vuelve expansión (yang) pero sin abandonar el retorno a su unidad esencial. Más allá de lo tangible y no tangible y de los seres transitorios que encarne, es uno y una es también la fuente de la vida.

Lo queramos o no, vivimos rodeados de misterios que, lógica y existencialmente, nos convocan hacia la trascendencia. Lo absurdo del cientificismo es la contradicción entre lo finito y lo infinito, es decir, la imposibilidad de reducir lo segundo a lo primero, y la capacidad de integrar lo primero en lo segundo; y de comprender que un saber que se separa de la unidad inicial no puede conducir más que a lo innumerable, luego a lo indefinido, a la fragmentación y a la nada.
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En la investigación científica podemos encontrar autores que han sabido sintonizarse con todo esto, como el psiquiátra jungiano Edward C. Whitmont, que ha propuesto que la sanación personal y social requiere, contra todo lo previsto, no un enfásis en un avance racional mayor, sino en un retroceso hacia las estructuras profundas de la psique, sin la cual todo avance racional no será más que una nueva apuesta a la injusticia y a la guerra.
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Las zonas profundas de la mente, como las etapas más antiguas de la humanidad, son axiológicamente femeninas y el retorno al arquetipo de lo femenino, de más fuerza, el de la diosa madre adorada en la prehistoria, es, según Whitmont, un paso crucial de la sanación.
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Dr. Edward Whitmont
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Para Whitmont es necesaria una recuperación de aquellas formas de actuación y de percepción antiguas, propias de la etapa matriarcal, formas mágicas y mitológicas que todos llevamos dentro, pero las callamos, porque las reprimen las ideologías occidentales.
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En tal sentido, podrían dar origen a la reconexión con nuestros impulsos instintivos y emotivos y poder así recuperar el hemisferio cerebral derecho.
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La actual forma de relacionarnos con la dimensión psíquica arcaica es muy pobre. Freud nunca imaginó otro estilo posible. Estas fuerzas profundas son parte de nuestras raíces más íntimas. Antes que reprimir es mejor transmutar. Lo adecuado, cuando hierve el agua en la olla de presión, no es taponar con insistencia la válvula, sino mantener bien abiertos los orificios por los que se libera el vapor. La olla taponada termina necesariamente estallando, como lo hace la agresividad acumulada en la violencia de nuestros propios hogares y en las guerras locales y mundiales.
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La visión mística del chamán es humilde y, a la vez, grandiosa. Nos devuelve a la fuente de la naturaleza y nos reunifica con lo sagrado. Eso descongestiona y da paz porque nos libera de la fragmentación y de la contradicción como forma de vivir y de ser.
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Bibliografía

  • Whitmont, Edward: Retorno de la Diosa. Ed. Argos Vergara (Barcelona, España, 1984).
  • Quspenski, P. D.: Fragmentos de una enseñanza desconocida. Ed. RCR y Hachette.
  • Drosnin, Michael: El código secreto de la Biblia. Ed. Planeta.
  • Braden, Greg: El poder de la profecía. Ed. Urano.
  • Kant, Dr. Hermes: El tiempo del hombre: de la evolución a la revolución. Ponencia presentada en el VI Congreso de la Asociación Hispanoamericana de Acupuntura.
  • Sinn, Dr. Richard: Del chamanismo a la física cuántica. Encuentro (Caracas, Venezuela. Noviembre 1996).
  • Davy, M. M.: El hombre interior y sus metamorfosis. Ed. Integral (Barcelona, 1985).
  • Sams, Jamie: La medicina de la tierra. Ed. Integral (Barcelona).
  • "La ciencia es una ficción que se autosustenta". Entrevista a Jhon Gribbin, astrofísico. Revista Integral (España, julio 1994).
  • Levy, Norberto: La sabiduría de las emociones. Ed. Plaza & Janes (Barcelona).

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