lunes, 1 de septiembre de 2008

DESDE LA CORDILLERA: UNA LLAMADITA PSICOCHAMANICA

Por José Rodríguez
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El ser humano lleva por dentro, como una de sus principales características, la capacidad de autorrealización, gracias a la existencia de su prójimo y de los demás seres vivos de la naturaleza. Ningún ser humano es tan autosuficiente como para depender de sí mismo (lo contrario es el gran engaño y la ilusión del ego). Mi yo no existe sin ti y sin el otro.
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El ser humano es un ser asistido, desde el principio hasta el final. Si me cortan el aire, cómo respiro; si desaparece el agua, cómo puedo beber; y si la tierra se negara a parir, qué y cómo comer.
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En el universo todo fluctúa, todo cambia, nada es estático. La vida es, en sí misma, una experiencia de movimientos. Ahora todas las luces parecen apagarse, es nuestra mejor oportunidad para descubrir que, todo aquello que está más allá de mi mismo, también es parte de mi mismo. Nadie a solas puede hacer que se enciendan todas las luces que necesitamos para alumbrar nuestros caminos.
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Sí, sí, sí, es evidente el alto nivel de sinergia entre la madre naturaleza y nuestra vida. Por eso con frecuencia ofrecemos detalles y herramientas para fortalecer la unión interactiva entre la naturaleza y la salud.
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La vía psicochamánica es decisiva a la hora de desaprender y liberar historias que llevamos grabadas en nuestros cuerpos, esas que limitan nuestra libertad de ser. Desaprender para reconciliarnos sin prejuicios, con nuestra energía ancestral y poder recuperar la devoción de vivir de aquellos que sabían hacerlo en el asombro estremecedor de su propia existencia.
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Ha llegado el tiempo de aceptar que somos seres de interrelación, que, para poder existir, nos hacemos interdependientes. Es decir, vivimos dependiendo y relacionándonos inevitablemente, unos con otros. De ahí las cadenas biológicas tan intrincadas que se establecen entre las especies de los distintos reinos: mineral, vegetal, animal y humano. Pero con una diferencia impuesta, y es que el ser humano es la única especie que no es imprescindible para la vida de las demás especies de la Tierra.
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Nosotros nos servimos de los reinos mineral, vegetal y animal; pero no servimos realmente a ninguno, es más, lo que hacemos es atacar hasta desaparecerles.
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El desafío mayor es desintoxicarnos de ese yo que nos impide VIVIR y ser parte de toda la vida.
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Te convocamos a una vía de sanación que estamos desarrollando en nuestra cordillera Central. Allí tenemos una escuela de la vida. Es un centro de conocimiento y trabajo interior. Allí adecuamos el aprendizaje a la persona. No es un curso ni un programa, es un proceso de vida.
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Recorrer el río Yuna hasta su nacimiento es inolvidable, en cada paso se vibra en la sintonía del río, en su cuerpo etérico y su fluir permanente. En la altura, su agua conserva su espíritu vital, porque todavía está libre de basura y deshechos humanos.
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En el ámbito bioenergético, caminar por un río cargado de cuarzo y agua limpia se constituye en una marcha iniciática de purificación y liberación.
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Para entrar en resonancia con todo esto es necesario reunir cuatro características:
- No estar movido por la obtención de poder.
- Inspirarse en su ser original. Es decir, guiado por el origen, no por el ego.
- Expandirse a través de la adherencia a lo pequeño.
- Vaciarse de sí mismo para recibir y reconocer la ofrenda de todos los seres que, desde la cordillera, hacen posible la vida en esta isla.
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Cuando se vive una experiencia como esta, sin buscar nada especial ni misterioso, ser sencillo e inocente es el gran paso para que la energía inexplicable de la existencia se abra ante ti. No es para volverse loco. Es la reconciliación con muchos seres y cosas que forman parte del todo.
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No es delirio. Es el reconocimiento de muchísimos milagros que ocurren cotidianamente a nuestro alrededor: el canto de las aves, la sinfonía del viento, el árbol llamándonos el agua, el río en su incesante fluir, el sol anunciándonos el amanecer. Así el infinito se vuelve tan finito y no es locura (como San Francisco de Asís) el abrazo con el árbol, con el hermano, con la existencia.
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Ya no podemos reducir a Dios a una creencia, a un nombre, a un dogma muerto, sin vida. Ahora nos urge vivenciar la inmensidad de Dios, del amor, a través de todo lo que respira, de todo lo que existe. Ahora es inevitable amar...
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Este llamamiento es para que comencemos a sentir y a ver el gran eje de la isla, que es la cordillera Central, como un lugar sagrado para todos. La primera depredación y violación de gran impacto la provocó el hombre blanco a nombre de Dios. La misma ambición está ahora de vuelta, esta vez a nombre del "progreso". Hoy los actores son un estado irresponsable y una multinacional minera llamada Barrick Gold que se mueve en silencio por la cordillera. Es urgente hacer una cadena de amigos para recuperar, defender y amar nuestra herencia colectiva sagrada.
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En octubre se inicia un nuevo ciclo de grupos, talleres y proceso individual.

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