Vigila tus palabras; se convierten en acciones.
Vigila tus acciones; se convierten en hábitos.
Vigila tus hábitos; se convierten en cáracter.
Vigila tu carácter; se convierte en tu destino."
Hoy por hoy, estamos sometidos a un bombardeo ideológico-publicitario que nos aleja de los demás y de nuestro propio ser.
Así, nos han creado tantas falsas necesidades. Situaciones de las que no escapan los niños. Tempranamente, comienza una programación ideológica que los fragmenta y divorcia de sí mismos y del medio ambiente.
Los negocios de comida rápida forman parte de esa estrategia tan bien montada. Por eso, no es casual encontrar en sus establecimientos juegos para niños y facilidades para la celebración de cumpleaños. Esto, sumado a una excelente estrategia publicitaria que mueve miles de millones de dólares, va afectando el paladar de los niños.
La gigante McDonald´s, por ejemplo, invierte diariamente un poco más de 2 billones de dólares en publicidad y promociones, haciendo especial énfasis en la mascota publicitaria para atraer niños y en las llamadas “cajitas felices”. Los niños son, evidentemente, su audiencia objetivo.
Considerar la comida como combustible o simple materia es empobrecedor. La comida es con lo que nos encontramos en más íntimo contacto, se convierte en sangre y energía y así llega a formar parte de nosotros.
Cocinar es, por tanto, vida, aprendizaje y realización. Saboreemos la increíble bendición que existe en cada trozo de alimento, que también es la bendición de nuestra propia habilidad para probar y ser conscientes, la bendición de nuestra capacidad de crecer y alimentarnos unos a otros.
Pero, en ese ir y venir se nos va la vida y el tiempo y nos consumimos en caminos sin corazón.
Cuando vayas a un lugar de estos con tu hijo o tus amigos, pregúntate las consecuencias que tendrá para tu vida y el medio ambiente comer basura.
Esto no es para convertirnos en manual o en mera fuente informativa, sino para que entre todos logremos la confianza y el atrevimiento de pensar, sentir y actuar sin someternos tanto al modelo cultural hegemónico.
En ese sentido, ofrecemos nuestros cursos de cocina sana y otros más, como los que hace tiempo imparten los doctores John y Elba Sotero del Centro de Terapias Naturales.
La dieta vegetariana necesita mucho menos dinero para alimentar a mucho más personas. El costo de un kilo de carne es 20 veces más alto que igual cantidad de proteína vegetal. Además, sólo el 10% de las proteínas y calorías con que se alimenta el ganado se recupera con la carne que se come.
Según un estudio realizado en la Universidad de Harvard por el nutricionista Jean Meryer, sólo reduciendo la producción de carne en un 10%, quedarían suficientes granos para alimentar a 60 millones más de personas.
Las multinacionales de las hamburguesas importan carne de vacuno desde Centroamérica para hacer sus productos. Consecuencia: Las selvas vírgenes de esa zona han sido desforestadas para producir pasto, alimento del ganado vacuno.
Las poderosas compañías obtienen carne barata procedente de varios países similares a la República Dominicana.
Que la población tercermundista pase hambre y agote sus recursos naturales para suministrar carne a los norteamericanos es una triste noticia y también lo es el que se destruya el ecosistema de la selva comprometiendo la supervivencia de numerosos animales.
Estas multinacionales de la “comida rápida” (fast food, así se define en inglés a estos “alimentos” hijos del plástico y los químicos) se niegan siempre a comentar el origen de las materias primas, bajo el pretexto de ser tema confidencial.
Desde luego, si los mismos norteamericanos no tienen derecho a saber de dónde proceden sus hamburguesas y salchichas, ¿qué esperanza pueden albergar los consumidores dominicanos?
Los escándalos relacionados con el engorde de animales con productos químicos peligrosos para la salud, la publicación de informes sobre los beneficios de una dieta rica en vegetales, frutas y cereales, y una sensibilidad cada vez mayor sobre el estado ecológico del planeta hacen que poco a poco la carne pierda la importancia que se le otorgaba hace años.
A partir de estos elementos, las empresas más representativas de la comida rápida, como Burger King, McDonald´s y Wendys, tuvieron que redefinir sus estrategias en el 2002 cuando vieron que sus ventas, aumentando imparables desde los 80´s, empezaban a bajar. Optaron por ampliar sus menús con ensaladas y otros elementos novedosos.
De un estudio ortomolecular realizado con delincuentes en libertad condicional, resultó que 80 de cada 100 presentaban un alto índice de glucosa, provocado por la comida basura (rica en azúcares e hidratos de carbono refinado). Por otro lado, muchos de los jóvenes presentaban una elevada intoxicación por plomo.
Se cambiaron los hábitos alimenticios de los jóvenes estudiados y quedó demostrado que el humor y el comportamiento se dulcificaban cuando mejoraba la calidad de su comida.
Otro estudio sobre el tema fue realizado por el Dr. George Von Hilsheimer con 110 delincuentes. Estos presentaban una serie de anomalías metabólicas como no poseer vitamina C ni flora intestinal que ayudase a la digestión. Por este motivo sufrían una destrucción más rápida de las células cerebrales.
Es verdad que todo esto debieran hacérnoslo saber constantemente nuestras autoridades de salud y medio ambiente. Pero, carecemos de una ciudadanía solidaria y responsable consigo misma que nos permita presionar para colocar este tema en la agenda de políticas públicas.
Además, nos gastamos un sistema sanitario enfermo, dirigido por personas a las que no les importa nada de esto, gente que, por el contrario, se lucra con la desgracia y el desorden.
¿Qué dicen acerca de que no tenemos ningún mecanismo de bioseguridad? ¿Qué orientaciones tenemos para defendernos de los alimentos transgénicos y de muchos alimentos basura que ahora encuentran la puerta ancha del TLC?
A pesar de todo esto, podríamos hacer algo. Al menos, podríamos no seguir alimentando los índices alarmantes de enfermedades y enfermos.
Por ejemplo, organizar una red solidaria que implique una alianza entre pequeños agricultores y ciudadanos como tú y como yo para adquirir alimentos orgánicos de manera directa, sin intermediarios. Así, tendríamos la garantía de una alimentación sana a precios justos.
El cuerpo resiste todas las agresiones que señalamos porque él siempre busca la manera de estar sano y pone en marcha mecanismos para sobrevivir.
Desde el DNA de nuestras células, que tienen la capacidad de regenerarse, hasta los sistemas más complejos, hay una tendencia a la supervivencia del organismo del mejor modo posible.
Entonces, fluyamos con la vida.
Los billones que se gastan en publicidad nos dan una idea de hasta donde nos inducen y hasta donde estamos condicionados consciente e inconscientemente para buscar estatus y afirmación personal.
La respuesta a ese vacío interior que queremos llenar con la aprobación de los demás, solo se encuentra en la búsqueda interior para la reconciliación con nuestro ser.
1 comentario:
muy interesante y muy cierto. no se si habria que basarse en un 100% de dieta vegetariana, pero si reducir un porcentaje de carnes
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