lunes, 13 de julio de 2009

DE NUESTRO VIAJE A LA CORDILLERA

Persio mira con deseo de parar ese “vuelvo y vuelvo” (a la cocina) y, de repente, lanza su mirada hacia el volumen que adquiere su barriga. Es que la valoración social de la gordura cambia mucho, según las épocas y las latitudes y, ya bastante se ha dicho de los rollitos de las Tres Gracias y otras redondeces, que fueron sinónimo de belleza, salud y buen comer. Pero hoy la moda es otra y los medios de comunicación se encargan de internacionalizarla cada vez más.


Aunque el hambre siga siendo una de las principales causas de muerte en este mundo de desequilibrios, la delgadez ya no está mal vista como en los tiempos de la tuberculosis. Hoy, unos kilos de más ya no son indicio de salud, sino de voracidad y descontrol.


Persio Solís y Alvaro Frías


La parafernalia montada ha servido para darle nacimiento a toda una industria para el adelgazamiento: medicamentos, alimentos “light”, aparatos, gimnasios, cremas reductoras, vendas heladas, etc., etc. Con esa campaña en pro del mito de la silueta perfecta, creamos hasta en nuestra mesa, confusión y angustia.


José alza la mirada como para decir que ya se ha probado casi todo, no está de más hacer un giro o un salto en nuestra visión para probar la aceptación del cuerpo que tenemos; cuerpo modelado por nuestro modo de comer, de amar, de pensar, de vivir y de ser.


En esta perspectiva, cualquier vía que aporte autoconocimiento es sanadora, porque implica hacer la paz con la comida, con uno mismo, descubriendo nuestro propio ritmo, para volver al peso correspondiente.


Perlita con su rostro de niña en crecimiento, oculta sus 19 años en una eterna sonrisa. Su madre, Ángela, tiene una expresión serena, que podría pasar por distante si no la delatara la profundidad de su mirada. El tono educado y suave de su voz sólo se altera para reclamar otro zambullón en el río.


Vanessa Martínez y Perla Solís


Don Álvaro Frías no deja de mirar los animales ni de contar anécdotas, de esas que pueblan sus tantos años de experiencia como médico veterinario. Su esposa, Vanessa Martínez, salta por el cafecito, pero, por su espíritu solidario, es la última en servirse. Eric Ramos, el más urbano de todos, mantuvo una expresión de complicidad con todos los acontecimientos que se producían en el grupo y en el lugar. El grupo, con sus reflexiones, cuentos y chistes, y el lugar, ofrendándonos la magia de sus colores, el canto incesante de las chicharras, el sonido mántrico del río y esos olores propios de una tierra que es bendita y que desea una mejor suerte para sus habitantes.


A punto de regresar, hace su aparición Manoyan, el filósofo de la comunidad, con mirada firme, denunciando el extravío que sufre tanta gente por la ceguera de su egocentrismo. Levanta la cabeza, con mirada firme, denuncia como se ha perdido el corazón y clava sus palabras en el fondo de nuestras conciencias.


Un ser humano filósofo natural que no se deja intimidar por la apariencia que hay que tener y no toma en cuenta las resistencias que podría encontrar en nuestros egos. Manoyan junto a este acontecer propicia e incita a cualquier alma sensible y abierta a los cambios para actuar y desaprender.


Manoyan


En la civilización actual nos apegamos al intelecto para ser inteligentes, listos, complejos y muy eruditos, pero esa erudición no nos hace más inteligentes.


Ver como son las cosas en nosotros sin generar conflicto en la percepción desde lo que somos, requiere la simplicidad de la inteligencia. En este sentido, Krishnamurti nos dice: “la atención es muy poderosa cuando es inocente, libre de condiciones. Solo la conciencia de uno sabe esto”.


Creemos que somos humanos, pero en verdad no vivimos nuestra humanidad, porque hay que estar cerca de los demás para ser humanos de verdad. Antes de partir en búsqueda de grandes propósitos espirituales, hace falta que comencemos por el principio, ser auténticos seres humanos.


Gracias amigos por la fraternización vivida, es una referencia muy saludable para el devenir de la comunidad solidaria que estamos conformando. Nos hicieron mucha falta Dilania Sosa y Claudio Mateo.


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