miércoles, 19 de marzo de 2008

A propósito de Semana Santa

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El despliegue mediático que gira alrededor de la Semana Santa, crea unos sentimientos muy contradictorios, se llama SANTA, pero es a la vez, el culto de su mayor negación. El ser humano que es destructivo con su ser, está enfermo. Eso sucede porque nos consumimos en nuestra propia estructura, por haber cerrado los canales de comunicación y encuentro con las fuerzas inmateriales que nos crean y sustentan. Recordemos a aquel que dijo "no sólo de pan vive el hombre".
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En esta semana se desata patológicamente nuestro cuerpo social autodestructivo, junto al desarraigo, lo que nos hace siempre desear y correr, no importa a qué lugar.
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Esta semana, llamada SANTA, puede convertirse en un refugio para frenar y revisar nuestra forma de vivir y de ser. Hacer un alto para viajar hacia nuestro interior. Así podemos despertar aquellas actitudes innatas que tienden a reestablecer nuestro equilibrio. Las actividades que desarrollamos tendentes a eliminar nuestras perturbaciones, se interpretan como acciones sanadoras y en esa medida podemos alcanzar (para bien de uno y de los demás), tanto a nivel de los elementos que las componen, como a nivel del cuerpo social, actitudes que conducen a la prevención y tratamiento de desequilibrios. De ahí la consideración de que la sanación no es el encargo exclusivo de una profesión, es una responsabilidad de cada uno, de todos.
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Nuestra propuesta para los tiempos que corren es la de aventurarse por nuevos senderos hacia la intimidad y la comunicación profunda y hacernos cómplices de nuestro ser, de esa dimensión espiritual que nos libera de la vulgaridad y la estupidez.
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En una inversión de este tipo, descubrimos que es posible trascender muchas cosas, incluyendo al "yo" que nos encierra en la oscuridad del ego.
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La hegemonía del ego nos impide ver las tantas cosas que están por encima de nuestra pequeña estatura y cuando se presentan las dificultades, los problemas acumulados y los imprevistos, descubrimos que en nuestra inversión, no hemos tomado en cuenta la totalidad de lo que somos.
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Los dominicanos somos muy dados a vivir hacia fuera de nuestro interior, eso nos exilia del ser y nos encarcela en el tener que engendra el ego. Éste nos imparte constantemente unos deseos y otros deseos. La realización de uno genera el otro y así sucesivamente, hasta convertirse en una esclavitud. Ese corre corre se apodera de nuestro propio ritmo y entonces, tenemos que vivir en base a referenciales ajenos.
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Al margen de nuestro propio ritmo, es fácil caer en envidia, comparación y competencia con el otro. Nos enredamos en apariencias y mentiras. Así lo manifiesta nuestro sentido de prioridad. Por ejemplo, un automóvil costoso se ha convertido en el ideal de la mayoría de nosotros, muy por encima de necesidades reales, como techo, salud y educación.
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Así es como nos perdemos la paz que da la libertad de ser.
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Por lo tanto, no es malo que comencemos a poner en evidencia la gravísima crisis existencial que nos hunde y que exige cambios radicales, no ante los problemas puntuales que afectan a un determinado sector, sino en la estructura misma de nuestra identidad como seres humanos.
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Hablar de esta manera no es para que nos encerremos en el lamento y la resignación, porque todo lo señalado también puede servir de punto de partida para buscar y encontrar otra manera de vivir y de ser. Esto implica el remedio de una gran catársis liberadora para poder iluminar las sombras de nuestros condicionamientos. Solo así descubrimos la luz que habita en nuestro corazón, imprescindible para evolucionar y florecer y reconciliarnos con Dios y con la vida.
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Invitación
Anímate a participar en un curso de meditación con nosotros, el derecho de participación lo tienes en el deseo sincero de producir cambios en tu vida y el vacío necesario, para recibir nuevas posibilidades de fluir y florecer en la vida.
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Trabajamos en base a un sistema de meditación diseñado por nuestro maestro, el doctor Sinn, un médico occidental que ha bebido de las diferentes fuentes de las escuelas de meditación de Oriente. Este sistema está adaptado a nuestra cultura y tiene una orientación psicoterapéutica para ayudarnos a conocernos más a nosotros mismos, sanarnos y crecer.

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