PARTE I
En el 2007 se diagnosticaron alrededor de doce millones de casos nuevos de cáncer a nivel mundial y 7.6 millones de personas murieron a causa de la enfermedad, según un informe presentado en diciembre pasado por la American Cancer Society.
La incidencia de esta y otras enfermedades crónicas no se detiene ante la edad, niños, jóvenes, adultos y ancianos están padeciendo este mal. Las proyecciones son alarmantes y nos llaman a modificar nuestra forma de vivir.
Un ejemplo de cifras escalofriantes es que para el 2020 y la década del 2030, se esperan 10 millones de muertes por año, sólo debido al consumo de tabaco.
José Rodríguez, naturópata dominicano, forma parte de las voces que llaman a la reflexión y a la redefinición de nuestro estilo de vida consumista, desenfrenado y por demás enfermante.
-Háblanos de las sombras que más acompañan a los seres humanos de hoy.
De inmediato, me sale que disloque, estrés, intranquilidad. Esos son algunos de los componentes que aderezan con insistencia la vida de hoy. Son como un alud que nos arrastra y nos hace correr y más, correr en busca de una meta no siempre cierta, puesto que al final del camino pocas veces hay algo que haya merecido tanta prisa.
-Uuufff ¿Y habrá remedio que nos saque de esto?
Posiblemente sí. Quizás sea conveniente anteponerle algún contrapunto, como el de la sensatez o el de la mesura, para que no resulte desafinado e inarmónico. Ciertamente, no es fácil obrar así, porque al ir por la vida como si se fuera a contrarreloj, parece que no hay tiempo siquiera para enfilar bien el camino de nuestras vivencias.
Hoy más que nunca, se deberían cultivar con insistencia las posibilidades potenciales que todo ser humano tiene de la sensatez, la tolerancia y el sentido común necesarios para recoger “los frutos a su tiempo”.
-Y de los pecados capitales ¿qué?
Los pecados capitales de hoy en día bien pudieran ser intolerancia, incongruencia, insensatez, intranquilidad, incomprensión, egoísmo e insolencia. A los que podría combatirse con los contrapuntos únicos de la calma, la tolerancia y el amor. Con esas virtudes quedarían conjurados, dando paso a infinitas melodías interiores que nos hicieran ver la vida como algo único y maravilloso.
-Usted sabe que nada de esto es fácil de enfrentar
Ciertamente, para lograr esa armonía existe muy poco espacio a nuestro alrededor que nos lo facilite, pero siempre se ha dicho que “a grandes males, grandes remedios”. Hacer el esfuerzo bien valdría la pena, puesto que nos afinaría el sentido de saber distinguir (y por tanto, hacer nuestro) todo lo bello, útil y positivo que nos rodea.
-¿Qué lograríamos asumiendo este desafío?
Sencillamente, ser personas; rescatar lo que somos, sin necesidad de caer en ninguna filosofía. Podemos descubrir que existencial y biológicamente estamos conformados para poder interactuar pacífica y solidariamente con nuestros semejantes y los demás seres vivos de la naturaleza.
Rescatarnos es la clave para ser personas y no robots a los que la vida moderna pone en marcha, como formando parte de un carrusel que casi nunca nos hace felices, sino que nos aturde más y más… Buscar el contrapunto y afinar nuestra sensibilidad son tareas que vale la pena acentuar en nuestro cotidiano vivir si queremos sentirnos completos y satisfechos con nosotros mismos.
-A propósito de buscar contrapuntos, ¿Cuáles contrapuntos corresponderían para salir del estrés?
En primer lugar, saber si el trabajo representa la realización de tu yo profundo, sin fragmentación alguna; segundo, distinguir las verdaderas necesidades de las artificiales que te has dejado montar; tercero, encontrar y asumir tu propio ritmo de vida para que no tengas la necesidad de envidiar y de competir con los demás; y cuarto, cederle un espacio al reposo, a la respiración profunda, a una caminata, a una siesta, a una fiesta, etc.
-¿Cómo se relaciona el reposo con la salud?
Yo creo, así lo siento, que a todos los ritmos naturales les acompaña la ley del péndulo, es decir, del ritmo; así, existe la ley de que la actividad debe ir acompañada del reposo. Eso lo confirmamos al respirar, en medio de la expansión y la contracción, encontramos la parada del reposo.
Cuando se está enfermo, el tratamiento básico en la historia de la medicina se ha basado en tres elementos esenciales: reposo, dieta y medicación. Esta última actuando siempre cuando fallaban los otros. Pero, en el presente, en la era del fundamentalismo consumista, se han olvidado tanto el reposo como la dieta y se quiere solucionar todo a base del mágico medicamento; la receta médica a penas prescribe alguna clase de reposo.
Así, poco a poco va cayendo en el olvido este importante medio mantenedor de la salud y firme apoyo en la recuperación de la misma.
Dentro de la higiene médica podría considerarse que hay un reposo específico para cada órgano e incluso para cada enfermedad. Entre los más generales señalamos el reposo orgánico global que todo el mundo práctica al acostarse por la noche y el postprondial después de las comidas, que ha quedado marcado con la costumbre de la siesta.
-¿Cómo llegar al reposo orgánico general?
Para lograrlo hay que tener reguladas las teclas de nuestro organismo. Por ejemplo, la columna vertebral. Es necesario que entre vértebra y vértebra haya una buena separación, para esto es preciso poner la columna con la mayor convexidad posible. Esta posición la conseguimos imitando a nuestro cuerpo cuando estaba en el útero de la madre, es decir, adoptando la posición fetal. Llevar las rodillas bien dobladas cerca del pecho, mantener las piernas junto al rostro y la cabeza inclinada hacia delante. Esta forma de reposar es muy útil y fundamental al comienzo del sueño o al comienzo del sueño postprondial que procuraremos efectuar sobre el lado izquierdo.
-¿Qué es y para qué sirve el reposo ponderal general?
El ser humano no es el único animal capaz de apoyarse en dos patas y mantenerse erguido desafiando las leyes de la gravedad, pero sí es el único animal capaz de permanecer por espacio de dieciséis horas y más en esta postura vertical. Una postura que, si bien parece de lo más armoniosa y esplendorosa desde el punto de vista social, no resulta tan beneficiosa desde el punto de vista biológico. Estas dieciséis horas o más dan como resultado una presión excesiva para sangre y linfa sobre todo en la mitad inferior del cuerpo (incluyendo vísceras abdominales), además de todo el peso que se soporta vértebra a vértebra, distintamente repartido en los animales cuadrúpedos. Estas facultades de bipedestación no nos la ha dado la naturaleza para reposar en ellas, sino para una mayor movilidad.
Hay personas que por las costumbres adoptadas poseen más movilidad que el promedio y sería conveniente que al menos durante algunos minutos al día invirtiesen posiciones, poniendo cabeza y pecho más bajo que el vientre y los pies.
Para esto, pueden adoptar una posición más sencilla. Como la posición cuesta abajo, que consiste en ponerse tumbado sobre un tablero inclinado con una diferencia de medio metro entre la cabeza (en la parte baja) y los pies (en la parte alta).
Es bueno comenzar con menos inclinación y una duración de 3 a 10 minutos; una vez entrenados se aumenta la inclinación y se puede permanecer así media hora.
-¿Hay otros tipos de reposo?
Sí. También está el reposo general del sistema nervioso simpático.
Es justo la postura que adoptan los árabes cuando se encuentran para hablar y compartir en grupos de amigos. Se ponen así porque les proporciona tranquilidad nerviosa y mínima excitación. Claro está que esto no puede practicarse en nuestra sociedad, donde se prefiere la silla, que causa justamente, el efecto contrario. Bueno, pero en la intimidad de nuestra casa es factible.
-¿Cómo se practica este reposo?
Este reposo se realiza en cuclillas, con los talones bien apoyados en el suelo, separados entre sí unos 24 cm. Se doblan las rodillas hasta casi quedar sentados sobre los talones; se dejan pender los brazos entre las rodillas hasta que estos las toquen. Las manos se apoyan en el suelo con la segunda o tercera falange de los dedos. La cabeza se deja caer hacia delante, hasta el pecho. Esta postura la podemos practicar de 2 a 5 minutos cada hora, cuando nos sea posible.
Es muy bueno para relajarse cuando se ha permanecido de pie o sentado demasiado tiempo, pues, con la columna vertebral erguida, los músculos de la espalda se tetanizan, las raíces nerviosas que salen de la columna vertebral sufren compresiones degenerativas, los ganglios del sistema simpático se desajustan y unos se fatigan mientras otros se sobreexcitan. También se altera la circulación sanguínea y varían las presiones locales en vasos mientras las articulaciones tienden a sufrir alteraciones en el líquido sinovial que las mantiene flexibles. Y todo esto porque no se practican posturas diferentes. Está claro que nos vendría bien hacer estos y otros tipos de reposo de vez en cuando.
-¿Otros más?
(Risas) Sí, podríamos citar como un reposo importante, el reposo bioeléctrico. El ser humano situado en la tierra, es un gran captador de energías, entre otras, de la electricidad atmosférica, que derivará con toda facilidad si está descalzo. Desgraciadamente, andamos siempre calzados y ya derivamos a tierra ésta electricidad, por lo tanto, se va recargando progresivamente. Más en concreto, este abuso de sobrecarga con impedimento de derivación va a producir una acción negativa en las sinapsis nerviosas de la acetilcolina (neurotransmisor). Estos impulsos que no llegan a darse con normalidad originan un envejecimiento prematuro de la sinapsis y de toda la célula nerviosa en general, sin posibilidades de regeneración, pues cada célula nerviosa es para toda la vida. De aquí se deduce la importancia de este reposo bioeléctrico.
Se puede practicar a cualquier hora, aunque el doctor Schüssler (médico homeopático alemán, un gran genio de la medicina del siglo XIX y de todos los tiempos) recomendaba hacerlo al amanecer, con el rocío de la mañana, y al atardecer. La postura se realiza descalzo, arrodillado sobre el suelo, sentado en los talones y con el empeine de los pies apoyado en el suelo; frente al sol, inclinado hacia delante hasta tocar con la cabeza en el suelo.
Respirar lenta y profundamente por 5 minutos. Esta postura de reposo no sólo beneficia al sistema nervioso central, sino también al vegetativo y, sobre todo, al simpático y a la circulación sanguínea. Va bien a los súperexcitados que no saben reposar en su jornada de trabajo y, como consecuencia, se hacen descontentos y soberbios, algo frecuente en nuestra sociedad.
-A propósito, hay quienes ven la soberbia como una enfermedad, es el caso del doctor Sinn ¿Cuál sería el contrapunto para curarnos de ella?
Efectivamente, no sólo el caso del doctor Sinn, sino también otros de su nivel como los doctores Padilla Corral, Kheller y Wider, que consideran la soberbia como la peor enfermedad del ser humano. Entienden que ninguna parte del ser humano existe como realidad particular ni funciona de por sí para sí misma, sino para un todo. Hay que ver el tipo de emoción que produce la soberbia y todas las emociones influyen en la química del cuerpo. Por ejemplo, un estado lúdico va influir en todo el sistema cardiovascular hasta llegar a crear hormonas que estimulan nuestro sistema inmunitario, tal es el caso de la endorfina, producida por el cuerpo cuando estamos en una actitud amorosa y lúdica.
Pero hay que decir que la soberbia es muy díficil de combatir, porque la mente y el ego tienen miles de caras y la soberbia es hija de ambos. La respuesta es tan fácil y tan difícil al mismo tiempo. Podemos hacernos los humildes para hacernos pasar como tales y eso es autoengaño y soberbia, porque la hay muy sútil y muy evidente. A veces buscamos que reconozcan que somos humildes y, desde ese punto de vista, la humildad que comienza con una "H" que no se puede pronunciar, se convierte en una categoría de poder, es una careta que nos divorcia de nuestro ser.
Por lo tanto, no se puede combatir la soberbia, hay que alimentar lo que se opone a ella que es la humildad y el amor, depojarnos de todo aquello que nos hace creer que somos más y mejores que los demás. Este proceso es imposible de hacer sin el corazón. Por ejemplo, tú me llamabas la atención del escritorio en el consultorio en el que cuando llega un paciente, siempre hacemos la historia clínica de los enfermos sin el escritorio por el medio, para quitarnos de encima las fronteras que nos separan y yo también creer que tengo algo que aprender de ese ser.
Por eso evitamos llamar a los enfermos pacientes, porque al ponerles ese sello, él se convierte en un sujeto pasivo y yo en su protagonista, entonces él no puede participar en su proceso y él debe ser a quien más le importe.
Esto, que se ve tan sencillo, no se detiene aquí, todas nuestras relaciones se tejen de poder y con poder. El cura, el obispo y el papa, diseñados para ser tus mediadores ante Dios; el político que gestiona tu representación, ya sea como síndico, diputado, senador o presidente, y es que la sociedad está articulada así para que alguien te represente, porque alguien necesita poder.
Nuestra existencia se consume peleando con la vida y es que nadie puede respirar ni digerir por otro, son leyes de la vida y actuamos muy en contra de la vida.
En este caso es muy importante la auto observación, en la forma en que actuamos cotidianamente. La homeopatía tiene un principio desde los tiempos del doctor Hahnemann que dice: "Observa lo que haces porque te conviertes en lo que haces cada día".
Veo el caso de nuestro maestro, el doctor Sinn, un hombre con tantos méritos, nunca lo he escuchado pronunciando la palabra "yo", generalmente evita presentarse y firmar como doctor, le gusta cuando lo llaman Richard nada más.
Para la soberbia no hay pastilla, el remedio es un cambio de actitud en la relación del individuo consigo mismo y con los demás.
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