domingo, 11 de enero de 2009

2009: ESPERANZA Y FE EN EL AMOR


Redacción Vida X Vida


El 2009 ha llegado con sus musarañas. Las trompetas anuncian tiempos difíciles y no es fácil leer la situación en el bullicio de tantos medios y tantos intereses que intervienen. Las amenazas derivadas del desequilibrio climático, la crisis económica, la inseguridad alimentaria y sobre todo de la crisis de amor, apuntan a la eclosión del planeta, a un cambio, a una transformación de nuestras conciencias y, de ahí, un mundo nuevo ha de nacer.


Es hora de aprender de la naturaleza que no produce basura, pues a nosotros nos cuesta celebrar la vida, en el más mínimo encuentro apostamos al consumismo y es un desafío desintoxicarnos de eso. Ha llegado el momento de vernos como parte de lo que criticamos para empezar los cambios en el día a día, revisar la forma de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos.


Es un tiempo de retos, porque en nuestra cultura no hay presupuesto para leer este presente. La mayoría de la gente no puede ver lo que está sucediendo,  porque nadie quiere ceder sus intereses particulares. 


Hay que escuchar todas las voces, sin ignorar nuestro propio sentir y ejercitar el discernimiento ante la avalancha de información, para evitar ser manipulados.


Desde las instituciones públicas y las universidades, hasta los medios tradicionales de información, los espacios institucionales están muy ceñidos al consenso general impuesto por el gran poder político, económico y social y ofrecen muy poca o ninguna ayuda frente a lo que sucede.


Sin embargo, nuestro país ha recibido muchas advertencias de voces conservadoras que representan a renombradas organizaciones internacionales. Por ejemplo, en su informe "Panorama del Hambre en América Latina y el Caribe", la FAO señala a República Dominicana, junto con Haití y Nicaragua, como las tres naciones que corren más riesgo de aumentar la cantidad de personas en situación de hambre en este 2009.


También, en declaraciones recientes (10/01/2009), Walter Vergara, ingeniero químico principal del Departamento de Desarrollo Ambiental y Socialmente Sostenible del Banco Mundial, advirtió que República Dominicana está seriamente amenazada por los cambios climáticos y señaló el sector agua entre los más vulnerables.   


Aun así no actuamos, pero, este momento es una oportunidad para revisarnos y parece ser que tenemos sólo dos opciones: cambiar o desaparecer. Hace tiempo sabemos que tenemos que cambiar, pero siempre lo estamos posponiendo.


Los vedas definen esta época como Kali Yoga, un tiempo de oscuridad y materialismo, en el que el hombre cree que todo es materia y en ella concentra sus pasiones más bajas. Los mayas le llamaron tiempo de no tiempo. Muchas de sus profecías retratan la actual situación y  han sido avaladas por estudios científicos diversos. Igualmente, las profecías hopis y cristianas (Herpel, místico cristiano de principio de siglo XX, selva negra alemana) hablan de este proceso.


Mientras tanto, los medios, siempre a favor de los grandes intereses, nos mantienen como zombis. Ahora se nos quiere hacer creer que la crisis es sólo de orden económico financiero y no vemos que la crisis es básicamente de valores. Porque este es un mundo de competencia donde las personas se plantean siempre ganar sobre las demás. Vivimos regidos por un sistema de explotación humana a gran escala y confundimos el ser con el tener. Se nos programa psicológicamente para creer que por tener somos y eso es lo que nos hace competitivos y brutales.


Chamánicamente hablando, hemos perdido las referencias solares, lunares y planetarias, con lo que el sistema genérico de humanidad ha desarrollado un contenido involucionista de sus sistemas de referencia. En el presente, por ejemplo, el sistema de referencia habitual es la economía... Esto nos hace seres con escasos recursos, con limitadas posibilidades en un universo ilimitado e infinito: una contradicción. Bajo estas secuencias, es evidente que nuestra especie, con un comportamiento involucionista, marcha hacia su propia desaparición. 


Precisamente, esa involución nos hace prisioneros del ego, incapaces de trascender la autoreferencia y por eso no podemos reconocer al otro, nuestra propia especie. Así, nos contentamos y nos concentramos en la viabilidad momentánea de nuestros propios recursos, para mantener los símbolos de nuestra identidad. 


Ante esta ceguera existencial, parece que necesitamos una gran catarsis y en esa frecuencia la Tierra viene y va a reaccionar. Somos una fracción del Universo, somos la encarnación del Universo aquí. 


Lo que nos han dicho las voces de la Tierra (chamanes) y confirmado con la física cuántica, es que dentro de cada uno de nosotros existe un acceso, en expansión permanente, a toda la oscuridad y el desamor del Universo. Pero así mismo existe el amor y la luz dentro de nosotros. Ha llegado el momento de decidirnos a usar esa energía.  


A pesar de todo, no nos permitamos sentir miedo. El miedo paraliza y nos impide entrar en el camino de la trascendencia. Hablar de estos tiempos es necesario. Siempre el ser humano ha querido ver su futuro y antes era un juego de adivinadores y magos. En la sociedad del capitalismo moderno eso cambió, se programó a la gente para vivir en base al futuro y, al tener un presente tan maldito, vivimos gobernados por una visión de futuro, esclavos de un tiempo que nunca llega, afiliados a todo tipo de seguro para “asegurar” el “bienestar”, esperando la edad de la pensión.


Fue en la vieja Europa donde nació el llamado “estado de bienestar”. Pero ese “estado de bienestar” no contempla al ser humano en su totalidad, lo ve solo desde el punto de vista material y como dijo el Cristo: “No sólo del pan vive el hombre”. Esa visión empobrece al ser humano, lo reduce a un animalito que produce y consume.


Concluyendo, no nos llamemos a engaño, evidentemente, hay crisis. Pero no hay crisis que no contenga un potencial para la transformación y la negación de la misma crisis. En este momento especial que vivimos no hay un sólo paradigma en pie, lo que implica un desafío para el cambio. No creemos que el mundo acabe, lo que sí el mundo va hacia una profunda transformación.


Hoy, tenemos que darle la razón a las voces de esos pueblos originarios que han llamado a respetar la vida en toda su dimensión. Hemos enfermado la Tierra, nuestras relaciones están enfermas, nosotros estamos enfermos y ahora estamos obligados a sanarnos. Hemos tocado fondo, estamos obligados a decidir si entramos en la esfera de la trascendencia para poder superar nuestra pequeñez, o desaparecer.


La invitación está ahí. No por evadirse la noche deja de llegar. Pase lo que pase, la esperanza y la fe en el amor (cosas tan simples que nunca debieron ignorarse) tienen que estar presentes en todo nuestro andar. Preguntémonos: ¿Qué puedo hacer con el hermano que ignoro (el vecino, el compañero de trabajo)? ¿Qué cosas podríamos hacer si nos uniéramos? Esa reflexión puede ayudar a reconciliarnos con nosotros mismos, porque somos seres de relación, nacemos y crecemos marcados por la relación, no existimos solos.     

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